En el día a día, existen literalmente miles de factores que pueden afectar el estado de ánimo de las personas. Una pelea, relaciones personales, tareas del trabajo o una mala noticia son solo algunos ejemplos de cosas que alteran los sentimientos y, por ende, el estado de ánimo.

Más allá de las causas cotidianas que pueden desembocar en un mal día, existen ciertos elementos y composiciones del entorno físico que pueden influir positiva o negativamente en las personas.

En este sentido, el hogar juega un papel importantísimo en el bienestar emocional, siendo la iluminación, los colores y el orden los tres pilares fundamentales de cualquier tipo de decoración, con el suficiente poder como para hacer que la llegada a casa sea una experiencia reconfortable, o estresante, o que alguien se levante motivado o desganado.

Para demostrar el papel fundamental de la decoración, se puede realizar el siguiente ejercicio mental: imaginar que un genio concede un deseo y que es posible acceder a la casa de los sueños. Muy probablemente, sin importar el estilo de cada proyección imaginaria, cada casa se caracteriza por la ausencia de habitaciones con poca luz, desordenadas.

Dicho de otra manera, el anhelo de la gran mayoría de las personas es una casa limpia, agradable a la vista, ordenada, con colores y tonalidades en sintonía con el ambiente y muebles cómodos y reconfortantes.

Lo anterior se debe a que intuitivamente siempre se buscan espacios que transmitan calma, relajación y orden. De aquí se desprende el significado de la decoración, un factor que influye sobre el cerebro de los habitantes del hogar y de cada persona que visite la casa, haciendo que se sientan más cómodos, seguros o relajarlos, lograr generar buenas emociones con base en cada estímulo proveniente de alrededor.

En rigor, cada objeto o característica que pueda ser percibida por los humanos tiene la capacidad de influir directamente en los sentimientos.

Lo primero a tener en cuenta si se desea generar una sensación agradable y positiva es la iluminación. Naturalmente, la luz en sincronía con el reloj biológico del cuerpo estimula la producción de serotonina y endorfina, hormonas que producen un estado de relajación y felicidad.

Eso explica cómo en un día gris y lluvioso muchas personas tienden a quedarse en casa, mientras que con calor y sol se genera un ambiente alegre que invita a salir y disfrutar.

Cabe destacar además que siempre que se tenga la posibilidad es preferible optar por luces naturales y no artificiales, evitando dolores de cabeza y estrés. Los espacios bien iluminados fomentan exponencialmente la creatividad y producen optimismo, una sensación necesaria para afrontar los quehaceres diarios.

Por eso, lo que se recomienda en casa es optar por grandes ventanas que permitan el ingreso de luz durante el día o, en su defecto, abrir las cortinas para dejar entrar los rayos solares.

En ese marco ideal cobran especial importancia los colores. Así como el color rojo denota un estado de alerta en los humanos y el verde transmite seguridad o aprobación, lo mismo sucede con los colores con los cuales se decide teñir las paredes o combinar los muebles y pisos. Naturalmente el cerebro humano está predispuesto a receptar con agrado o desagrado ciertas señales externas.

Colores apagados y oscuros evocan la sensación de tristeza, de decepción y de antaño, por ejemplo, mientras que en el otro extremo se ubican los tonos rojizos, transmitiendo dinamismo y energía; ningún extremo es bueno, por lo que cuidar la aplicación de los mismos es lo ideal para evitar agresividad.

Por otra parte, colores azulados como el verde marino o el celeste provocan serenidad, tranquilidad y generan recuerdos sobre ambientes frescos, como el mar, una pileta o la brisa del viento al caminar, siendo aliados excelentes para temporada de verano en donde el calor azota.

En espacios compartidos o donde se recibirán visitas es recomendable optar por tonalidades neutras, capaces de generar comodidad y confianza pero sin llamar demasiado la atención por su excentricidad.

No se debe confundir la neutralidad con la falta de personalidad, ya que siempre es bueno colocar un sello de gusto personal en cualquier tipo de habitación, pero sin perder de vista el objetivo de hacer sentir cómodos a los habitantes de casa y a eventuales visitas.

Entender que el cerebro interpreta todo lo que percibe el ojo - en este caso el color - de distintas maneras es clave para saber cómo hacer que los distintos ambientes sean más funcionales a su propósito: un rincón de estudio con tonos blancos o azules; un living con colores pastel o neutro; un cuarto de bebé celeste; o incluso una casita del árbol de color verde son algunos ejemplos específicos.

Por otro lado, a la hora de decorar también es muy importante tener en cuenta las dimensiones del espacio.

Sin ir más lejos, existe una rama científica llamada neuroarquitectura, un campo en donde los expertos han logrado demostrar que las dimensiones de los espacios de una estructura pueden afectar la respuesta del cerebro, es decir, generar distintas emociones y sentimientos.

Según el consenso, los techos altos favorecen la aparición de la creatividad, mientras que los bajos promueven la relajación y concentración. Las formas orgánicas transmiten amistad y los ángulos pronunciados pueden connotar agresividad.

En muchos casos, los espacios se crean para responder a criterios de seguridad, mantenimiento o resistencia, dejando de lado uno de los más importantes, que es el confort. ¿Para qué se construiría una casa que no haga sentir cómodo a quienes allí habitan?

En las habitaciones, sin importar el tamaño de las mismas, se puede recurrir a colgar variedades de cuadros, colocar calcomanías con frases inspiradoras o a combinar los colores y funciones de cada mueble de manera tal que se genere un espacio agradable, plenamente utilizable y encantador.

Y si se habla de sensación agradable, es imposible no nombrar el orden y la tranquilidad que contagia ver “cada cosa en su lugar”. Es que tener cada espacio ordenado y limpio evita aumentar los niveles de estrés y que la autoestima decaiga, proporcionando a cada habitante la sensación de belleza y serenidad.

El orden provoca satisfacción, y cabe recordar la conocida frase “cada casa es un reflejo de uno mismo”.

En este punto es de vital importancia recalcar la función que cumplen los muebles, que permiten acomodar todos los objetos de una manera cómoda, efectiva y elegante, pudiendo ostentar livings, habitaciones, cocinas y hasta baños armoniosos con el entorno que los rodea.

Por todo lo anterior, la decoración no se trata solo de llenar habitaciones con distintos muebles y elementos, sino hacerlo a criterio y con conocimiento de lo que se quiera lograr.

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