Desde hace siglos, la arquitectura ha buscado crear espacios agradables y capaces de mejorar el bienestar de quien los habita. Es por ésto que constantemente se buscan las herramientas que permitan cumplir estos objetivos.

De esta búsqueda, surge una corriente llamada neuroarquitectura que es una fusión entre la neurociencia y la arquitectura​​ e  investiga cuál es la influencia psicoemocional de los lugares en las personas proponiendo a los arquitectos un nuevo desafío: la creación de sitios placenteros, que incentiven el confort, la felicidad y el rendimiento.

Esta rama, trabaja en conjunto con científicos, para comprender de forma objetiva la manera en que el entorno modifica nuestras emociones con el fin de buscar construir espacios que mejoren el bienestar de las personas, en sus viviendas, los centros de trabajo o los de ocio, entre otros.

No solamente se basa en la construcción de edificios y estudio de los distintos espacios, sino que es fundamental que el ser humano se encuentre cómodo en ellos. Lo que se busca es fomentar el bienestar físico e intelectual, reduciendo el estrés y la ansiedad. 

¿Cómo nace esta disciplina?

La neuroarquitectura nació en la  década del 50. En ese momento, el doctor Jonas Salk, que investigaba una vacuna contra la poliomielitis en los sótanos de la Universidad de San Diego, notó que sus trabajos, que haste ese momento avanzaban sin parar, se habían paralizado. 

En búsqueda de inspiración viajó a Italia y visitó el Convento de San Francisco en Asís donde pasó una temporada. Las cualidades del inmueble, su diseño y el uso de los espacios sirvieron para colaborar con su trabajo mental. Cuando volvió a su país y retomó con la investigación comprendió que aquella arquitectura lo había ayudado a encontrar esa inspiración que necesitaba para terminar de  dar forma a la vacuna antipoliomielítica. 

Convencido, trató de replicar la esencia del diseño de ese monasterio italiano. Para ello convocó al arquitecto Louis Kahn, para proyectar el  instituto Salk de San Diego. Y este espacio, que había sido creado con el fin de fomentar la creatividad entre los investigadores, se convirtió en el primer edificio con neuroarquitectura. 

Se calcula que las personas pasan dentro de edificios, más del 90 por ciento del tiempo de su  día, sin embargo, muchos de ellos no están pensados y construidos para generar bienestar. Para ésto, es fundamental la realización de entrevistas, encuestas y talleres que ayudan a obtener valiosa información que luego puede ser utilizada para la proyección de los diseños. El trabajo conjunto con la neurociencia permite mapear el cerebro y entender qué cosas se activan y que lo estimulan. Y a su vez conocer qué sucede cuando se interactúa con el ambiente y qué sentimientos se experimenta en cada lugar. 

En otras palabras, el entorno puede despertar en una persona diferentes sensaciones: de seguridad o de incomodidad, entre otras. Es por todo esto que el diseño del inmueble puede ayudar a potenciar la máxima productividad de un equipo de trabajo. Dicho de otra forma, la neurociencia permite hacer más humana la arquitectura.

En Argentina, uno de los ejemplos de neuroarquitectura y de cómo lograr espacios que despierten emociones positivas son las oficinas que Despegartiene en Puerto Madero. La empresa que tiene 21 oficinas en Latinoamérica, ya remodeló 15.800 de los 24.000 metros cuadrados que tiene.

Sus metros en nuestro país, se distribuyen en cuatro oficinas y según sus ejecutivos, cada locación es especial. Cada elemento tiene un por qué y fue elegido por el equipo pensando en la experiencia que se quieren transmitir. Todo fue pensado: desde el mismo layout, la paleta de colores, el mobiliario operativo, el de ambientación, las plantas y la señalética, entre otros detalles. Con cada obra se buscó siempre subir la vara y generar el efecto sorpresa en los colaboradores, que tiene un perfil muy joven y tecnológico. 

Los espacios fueron construidos como un reflejo de la forma de trabajo. Se puede encontrar una gran presencia de áreas colaborativas con diversas tipologías para elegir en función de los objetivos: reunirse, socializar y hasta descansar. 

En este último tiempo, los espacios que habitamos se volvieron superlativamente parte de nuestra vida, es por eso que es fundamental que podamos sentirnos cómodos en ellos y utilizarlos para poder realizar nuestras actividades diarias de la mejor manera posible. 

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